
Algo que pocos sabían (incluyéndome) es que The Beatles no fue ni la primera ni la única banda en posesionarse de la azotea de un edificio, para dar un concierto a un canto del cielo. Un año antes, en 1968, Jefferson Airplane, la gran banda de San Francisco y protagonista de la escena psicodélica que bullía en esos tiempos, rompía todos los esquemas y lograba acariciar, sin recato alguno, el cielo de una ciudad que, curiosamente, no era la suya: New York; aunque, a decir verdad, la idea primigenia no fue de ninguno de sus integrantes.
Ese año, el laureado cineasta suizo-francés, Jean Luc Godard, tenía en mente realizar un documental sobre la movida hippie y el espíritu antibelicista y antisistema que se respiraba por esa época en San Francisco y otras ciudades estadounidenses. El documento fílmico ya tenía título: One A.M. (One American Movie, o Una Película Americana, en buen castellano).
Godard percibió que Jefferson Airplane era el grupo de rock que mejor simbolizaba aquella revolución juvenil, así que propuso a la banda participar en el proyecto. Fiel a su propósito de mostrar el espíritu contestatario y anticonvencional del grupo, el cineasta convenció a los chicos de sembrar con sus equipos, micrófonos y talentos la azotea de uno de los más populares hoteles de Manhattan, justo en el corazón de la ciudad.
El concierto se inició en plena hora punta, en instantes en el que las principales calles y avenidas de la metrópoli refulgían de transeúntes y vehículos. Esa tarde fría y gris de noviembre, las primeras notas de House of Pooneil Corners quebraron el ordenado caos de la ciudad. Los neoyorquinos miraban al cielo, entre atónitos y ofuscados, buscando a los que arrojaban esas bombardas musicales que rebotaban en el asfalto y en las paredes de los rascacielos, a la vez que hacían vibrar las lunas de los ventanales. La gente en las oficinas dejó a un lado sus labores para no perderse el desbarajuste que se vivía afuera. Otros dejaron de hacer cosas más placenteras para agazaparse perplejos en las ventanas, envueltos en sábanas o pijamas. Sin embargo, una vez afuera, los ojos curiosos se topaban con unos músicos invisibles que intentaban calentar el concreto en ese gélido atardecer.
Mientras eso ocurría abajo, arriba, en las alturas de su gloria, los Airplane simplemente volaban y hacían piruetas con sus instrumentos: el bajo de Jack Cassady retumbaba feroz; las guitarras de Jorma Jaukomen y Paul Kantner se entrelazaban en inflamadas distorsiones que despejaban el ambiente de cualquier rastro vocinglero o ruido vehicular; y Grace Slick y Marty Balin, formaban un “matrimonio” en gozosa luna de miel, retándose en un duelo perpetuo de voces provenientes del fondo de sus almas.
El brillo del cielo se fue apaciguando con la intervención de los efectivos de la NYPD (New York Police Department). Varios integrantes del grupo y parte del equipo de producción fueron arrestados. Por esas cosas del destino, Godard no llegó a terminar de producir el filme, aunque su socio, el también documentalista D. A. Pennebaker, sí lo logró, cambiando el nombre original a uno más personalizado: One P.M. (One Pennebaker Movie o Una Película de Pennabaker).
El video de esta memorable presentación dura unos 7 minutos y aparece en el documental Fly Jefferson Airplane (2004). En esa producción se narra en voces de sus miembros fundadores y la emisión de imágenes de diversos shows televisivos, los festivales de Monterrey, Woodstock, entre otros, ocho años (1965-1973) de gloriosa trayectoria de esta gran banda de San Francisco.
Godard percibió que Jefferson Airplane era el grupo de rock que mejor simbolizaba aquella revolución juvenil, así que propuso a la banda participar en el proyecto. Fiel a su propósito de mostrar el espíritu contestatario y anticonvencional del grupo, el cineasta convenció a los chicos de sembrar con sus equipos, micrófonos y talentos la azotea de uno de los más populares hoteles de Manhattan, justo en el corazón de la ciudad.
El concierto se inició en plena hora punta, en instantes en el que las principales calles y avenidas de la metrópoli refulgían de transeúntes y vehículos. Esa tarde fría y gris de noviembre, las primeras notas de House of Pooneil Corners quebraron el ordenado caos de la ciudad. Los neoyorquinos miraban al cielo, entre atónitos y ofuscados, buscando a los que arrojaban esas bombardas musicales que rebotaban en el asfalto y en las paredes de los rascacielos, a la vez que hacían vibrar las lunas de los ventanales. La gente en las oficinas dejó a un lado sus labores para no perderse el desbarajuste que se vivía afuera. Otros dejaron de hacer cosas más placenteras para agazaparse perplejos en las ventanas, envueltos en sábanas o pijamas. Sin embargo, una vez afuera, los ojos curiosos se topaban con unos músicos invisibles que intentaban calentar el concreto en ese gélido atardecer.
Mientras eso ocurría abajo, arriba, en las alturas de su gloria, los Airplane simplemente volaban y hacían piruetas con sus instrumentos: el bajo de Jack Cassady retumbaba feroz; las guitarras de Jorma Jaukomen y Paul Kantner se entrelazaban en inflamadas distorsiones que despejaban el ambiente de cualquier rastro vocinglero o ruido vehicular; y Grace Slick y Marty Balin, formaban un “matrimonio” en gozosa luna de miel, retándose en un duelo perpetuo de voces provenientes del fondo de sus almas.
El brillo del cielo se fue apaciguando con la intervención de los efectivos de la NYPD (New York Police Department). Varios integrantes del grupo y parte del equipo de producción fueron arrestados. Por esas cosas del destino, Godard no llegó a terminar de producir el filme, aunque su socio, el también documentalista D. A. Pennebaker, sí lo logró, cambiando el nombre original a uno más personalizado: One P.M. (One Pennebaker Movie o Una Película de Pennabaker).
El video de esta memorable presentación dura unos 7 minutos y aparece en el documental Fly Jefferson Airplane (2004). En esa producción se narra en voces de sus miembros fundadores y la emisión de imágenes de diversos shows televisivos, los festivales de Monterrey, Woodstock, entre otros, ocho años (1965-1973) de gloriosa trayectoria de esta gran banda de San Francisco.