miércoles, 21 de mayo de 2008

Whitesnake en Lima: la noche blanca de la serpiente


Las bandas de rock clásico reculan en su pasado para medrar en el presente. Las más inveteradas se rinden tributo a sí mismas apelando a fórmulas pretéritas pero exitosas; otras, más desarraigadas, intentan dar un salto feroz hacia adelante, pero tropiezan al sofisticar su música, borrando así las sensaciones vibrátiles que los hicieron figuras estelares, en su momento.

Whitesnake encaja en ambas categorías, y a la vez, pone de relieve todo lo contrario.

Me explico: si bien Coverdale y compañía reptan en forma inevitable por los parajes del ayer, sus interpretaciones de hoy exudan una permeabilidad que ha sido modulada sobre la base de arreglos modernos; lo que hace que sus canciones no suenen gastadas, no hiedan la atmósfera de naftalina, pero tampoco pierdan su espíritu genuino.

La noche del martes 20 de mayo, los cerca de 4,000 asistentes al Anfiteatro del Estadio Nacional de Lima, fueron testigos de cómo Doug Aldrich y Reb Beach –primera y segunda guitarra, respectivamente- respetan el legado heredado por los virtuosos Micky Moody, John Sykes, Adrian Vanderberg y Bernie Madsen. Ello no impide, sin embargo, que ambos rocíen de frescura a las versiones clásicas del grupo. Asimismo, Aldrich y Beach aportan dureza y solidez a la banda y tienen tiempo para demostrarlo, porque Coverdale, muy al contrario de otros tiempos, se los permite. En efecto, Coverdale toma las cosas con criterio y, hoy, entre canción y canción, descansa para que el resto de la banda tome vuelo y eleve al público a las alturas más brutales que uno pueda imaginar.

Esa noche, Coverdale se dio su tiempo para reconfirmar su condición de frontman de leyenda. Podrá ser acusado de fachero, sobrado y hasta presumido, pero en cada segundo que bulle en el escenario brinda su alma y su voz sin ambages. Sus requiebres corporales, su danza orgiástica con el micro y sus frases irreverentes sin llegar a ser agresivas o cachacientas (“este público de Lima me calienta los pezones”, “esta cerveza está fuckin’, debe ser peruana”, “Qué gente más fucking god tengo hoy”) embaucaron al respetable, e inclusive convencieron a aquellos que solo lo conocían como ese “rubio metalero” que cantaba Is this love.

Sobre la condición de la garganta de Coverdale, cabe mencionar que pese a que sus tonos altos ya no lo son tanto, a consecuencia de la inevitable caída por el despeñadero del tiempo, las interpretaciones mantienen su prestancia gracias, justamente, al revestimiento que le brindan las voces de Aldrich, Beach y Durry.

Las canciones
El debut de las excelentes Best years, Can you hear the wind blows? y Lay down your love (extractos del nuevo disco Good to be bad, lanzado en abril de 2008) dieron por sentado de que el grupo ha decidido experimentar una vuelta afortunada a la mixtura rockeril y bluesera de sus inicios.

La tan ansiada y esperada Fool for your loving encendió los ánimos de la concurrencia, que intentaba reproducir, a través de sus gritos, la misma noche eufórica vivida en el Rock en Río de 1985. Se oyó la despabilante Love ain’t no stranger, con la cual Coverdale aprovechó para rendir un homenaje en vida a uno de los ex rostros más connotados de la banda: Mel Galley, quien en abril de este año confesó, públicamente, que padece de cáncer terminal y que le quedan pocos meses de vida.

Del glamoroso, incomprendido pero multimillonario álbum de 1987 sonaron Give me all your love, en el que la voz de Coverdale alcanzó cotas de agudeza electrificantes; la rotunda Here I go again; Still of the night, lo más hard que se escuchó en la noche, con guitarras amplificadas al borde del cortocircuito; la ultrapedida Is this love, y Crying in the rain, esta última interrumpida en la mitad para dar paso a la fantástica ráfaga percutiva de Chris Frazier (apodado “el señor de los platillos”) y al coloquio de cuerdas lacerantes entre las Fender de Aldrich y Beach.

Los ánimos se aquietaron con The deeper the love, en su versión desconectada; se volvieron a levantar con la clásica Ain’t no love in the heart of the city; y Guilty of love, con el que se puso broche de oro al repaso del repertorio del grupo.

El cierre del recital, como no podía ser de otra manera, vino con un medley de Deep Purple (Burn /Stormbringer); de aquellas épocas en las que Coverdale ya tenía en la cabeza transformarse en un reptil blanco y con alma inmortal.

A estas alturas de la noche, el público agonizaba de éxtasis por efecto del veneno de la serpiente y poco le importaba si faltaba algún surco de álbumes epónimos del grupo. Nos hubiera gustado escuchar algo del excelente Trouble (1978) o del Love hunter (1979).

Si habría que calificar el show con una sola palabra esta sería: contundencia. La noche vivida en Lima confirmó que la fuerza constrictora y arrolladora de la Serpiente Blanca continúa vigente.


SET LIST:

INTRO
Best years Good to be bad - 2008
Fool for your loving
Ready an’ willing 1980
Can you hear the wind blows? Good to be bad - 2008
Love ain’t no stranger
Slide it in 1984
Lay down your love
Good to be bad - 2008
Is this love
Whitesnake 1987
Crying in the rain
Whitesnake 1987
The deeper the love
Slip of the tongue 1989
Ain’t no love in the heart of the city (cover) Snakebite 1978
Guilty of love
Slide it in 1984
Give me all your love
Whitesnake 1987
Here I go again
Saints & Sinners 1982 / Whitesnake 1987
Still of the night
Whitesnake 1987
Medley: Burn /Stormbringer Deep Purple

2 comentarios:

Javier Lishner dijo...

Parece que la noche valió la pena como que valió la pena que Eagle consiguiera esa entrada a último momento.

Ahora le toca decir a Eagle el nombre de su "pataza".

Buena crónica, amigo.

Saludos,

JL

Mike Mantilla dijo...

Con el correr de los posts daré pistas sobre el nombre de mi "pataza".

El recital resultó mejor de lo que se esperaba, y mereció una mayor concurrencia.

Espero poder ir al de Megadeth.

un abrazo, Javier

Eagle