
Por ese tiempo, mis conocimientos de música eran bastante incipientes. Todavía no me había enterado de que ese blanquiñoso, pelado y regordete cantante lideraba a la extraordinaria banda británica Genesis.
Transcurrió un poco más de dos años y, en 1984, se empezó a escuchar Against all odds; balada superfeeling que, en mi particular opinión, forma parte de la triada de canciones inolvidables de Phil (la otra es In the Air tonight y la última la diré luego). Against all odds fue nominada al Oscar como mejor canción de película, aunque el trofeo se lo llevó When doves cry, compuesta por un tal Prince y su grupo The Revolution. Meses antes, Phil se había juntado con su tocayo Philip Bailey, ex vocalista de Earth Wind and Fire, para grabar Easy Lover, la cual rayó a principios de 1985, pero que, posteriormente, fue sepultada por una avalancha de hits que aparecieron tras correrse el velo de ese verano.
Entre algunas cosas impactantes que le ocurrieron a Phil ese año, recuerdo el vuelo trasatlántico a bordo del supersónico Concorde, que lo traslado de Londres a Filadelfia, como parte del megaconcierto Live Aid, el sábado 13 de junio. Finalmente, y para coronar tan magnífica temporada, Collins se juntó con la hasta entonces desconocida, Marilyn Martin, para grabar Separate lives; canción principal de la (olvidable y prescindible) película White Nights o Sol de medianoche.
Pero no todo fue malo ese año: dos canciones de la película alcanzaron el número uno, tanto en Norteamérica como Gran Bretaña: Groovy Kind of Love y Two hearts.
En Perú, a finales de la década del ochenta, Phil ya no generaba el mismo entusiasmo que cuatro años atrás. Su Another day in paradise, de 1989, intentó reverdecer sus días de gloria, aunque lo cierto es que los tiempos y la música habían cambiado y las preferencias de una mayoría de jóvenes tomaron un desvío hacia la salsa, el merengue y, en otros rincones del planeta, hacia el rap y el hip-hop. Los últimos días del reinado de Phil habían comenzado.
Ya en los noventa, Collins sonó muy tibiamente con Do you remember, Dance into the light, True Colors (abominable versión de la original de Cindy Lauper, de 1986) y, en 1999, con You’ll be in my Heart; canción que ganó un Oscar a la mejor banda sonora por la película Tarzan. Después de mucho batallar la había chuntado en el séptimo arte.
De allí en más, Phil se ha dedicado a cumplir con las giras junto a la banda Genesis, grabar duetos con estrellas fugaces de la música, y, de vez en cuando, aparecer en shows televisivos mostrando su vena humorística de siempre.
Hoy, a los 57 años de edad y con casi 40 años de carrera ininterrumpida, Phil Collins anunció su retiro definitivo de la escena musical. Dice que ya está viejo y que quiere dedicarle más tiempo a su colección de memorabilia de la batalla del Alamo (¿?). Extraña afición, aunque creíble viniendo de un acaudalado músico que con los millones que posee puede dedicarse a coleccionar hasta hormigas.
Fin de la historia, Phil. Tus fans te extrañarán. Tus enemigos también, porque ya no tendrán a quien navajear. Como dijo alguna vez Charly García: “Pasan los músicos, pasan las modas, quedan los discos”. Y sí, el excelente No Jacket required sigue adornando mi vitrina, junto con otros discos de vinilo que contienen un poquito de mi historia. Bye Phil, oiré unas de tus canciones en el aire, esta noche.
La del estribo
Claro que sí. No he olvidado la visita de Phil Collins a estas tierras en 1995. El espectáculo se realizó en el Estado Nacional de Lima y congregó a más de 20 mil fanáticos. Pese a que el brillo del cantante se había apagado un tanto, se generó una gran expectativa alrededor del concierto. Si lo traían diez años antes, el concierto se hubiera realizado en el Hipódromo de Monterrico y aún así quedaba chico.
*Don’t loose my number es mi tercera canción favorita