miércoles, 24 de junio de 2009

“A MÍ CON VIDEOJUEGOS"

No lo digo yo, lo dijo el encanecido Jimmy Page cuando le pidieron su opinión sobre el Guitar Hero y el Rock Band. El ex Led Zeppelin subrayó la inutilidad de estos videojuegos para motivar a una persona a que se aficione a la música, tal como lo anuncian con bombos y platillos sus fabricantes y publicistas.

Lo de Page parecería una pataleta de abuelito renegón, pero no es así. Jack White, la otra pata que sostenía a White Stripes, ha secundado a Jimmy y ha dicho que estos juegos representan una pésima forma de enseñar a la gente a interesarse por la música. “Yo no le diría a la gente cómo aprender a tocar un instrumento musical, pero me daría mucha tristeza y me deprimiría saber que lo hará a través de este tipo de juegos” añadió.

No son los únicos que lanzan dardos a estos juegos. El gran Prince, un histórico del rock y del funky universal, declaró hace poco que les había tirado la puerta en las narices a unos representantes de Activision (fabricantes de Guitar Hero) cuando pretendieron negociar con él a fin de que hits como Purple Rain o When Doves Cry formaran parte del arsenal de música del popular videojuego.

“No estoy enojado con ellos, simplemente escuché que habían hecho como dos mil millones de dólares (por la venta de sus videojuegos) y vinieron a ofrecerme una porción muy pequeña por eso” se quejó el artista de Minneapolis acerca de la tacañería de Activision. El autor de Kiss consideró importante que los niños aprendan a tocar la guitarra de verdad: “A mí me tomó bastante tiempo y fue frustrante al inicio, pero tienes que ser constante”. Sin embargo, como un elegante príncipe y en tono flexible reconoció que estos simuladores musicales sí eran cool para aquellos que no tenían tiempo para aprender los acordes o que no estaban interesados en ello.

Los que sí están echando chispas son los sellos discográficos. La Asociación de la Industria Discográfica Estadounidense (RIAA, por sus siglas en inglés), en un informe de 2008 manifestó que las ventas de discos en dicho año bajaron en 11,8% a comparación de 2007, y que en cifras se traduce en unos 9,256 millones de dólares. Atribuían este descenso a las descargas que se ejecutan desde Rock Band y Guitar Hero. De igual manera, la Warner Music se mandó con todo y exigió a los fabricantes Activision y Mtv Games el 20% del costo de las descargas de las canciones o de lo contrario, impedirían que artistas de su catálogo se incluyan en las siguientes ediciones de los videojuegos.

Pero si en una esquina se ubican los detractores, también hay quienes se han visto favorecidos por la irrupción de estos videogames. Tim Riley, una de las cabezas principales de Activision, ha dicho que los sellos discográficos deberían estar agradecidos a Guitar Hero, puesto que han ayudado a encender en los más jóvenes el interés por aquellos artistas olvidados, que antes vendían entre 25 y 100 discos semanales y que hoy venden miles. “Sin el Guitar Hero, muchos jóvenes no sabrían quienes son Pat Benatar, Billy Idol, Spinal, entre otras viejas glorias del ayer que hasta hace poco estuvieron en el baúl de los recuerdos” añadió Riley.

Otro dato que Page y White desconocen y que proviene de Activision es que la banda de Steven Tyler, Aerosmith, ha ganado más dinero con los royalties de su videojuego que con cualquiera de los catorce discos de estudio publicados hasta hoy. Sin embargo, cabría preguntarse si todos esos royalties son los que en realidad se merecen los autores y compositores de grandes clásicos o es que –tal como dijo Prince- representa una mínima parte de la billonada que se llevan estas compañías por la comercialización de sus videojuegos musicales.

Ahora bien, el argumento de Activision sobre una mejor venta de discos gracias al Guitar Hero (y al Rock Band) podría rozar con la verdad. Lo he comprobado yo mismo. La vez pasada mi sobrino de 13 años de edad me habló sobre sus locas ganas de conseguir música de bandas ochenteras como Asia, Scorpions, Quiet Riot y Accept. Yo no lo podía creer, teniendo en cuenta que la última vez que lo vi –seis meses atrás- me hablaba solamente de Daddy Yankee, Tego Calderón, Héctor el Father y otros individuos ajenos a la escena rockera. ¿Y a su edad cómo llegó a conocer a algunos seres mitológicos del rock? Gracias a que su viejo, mi primo, un sibarita de la música, trajo de su último viaje a Estados Unidos el Guitar Hero Encore: Rocks the 80s. Cuando le informé a mi sobrino que la versión 5 de GH estaba a punto de salir, me dijo que ya estaba enterado y que le interesaría tocar música de Santana, pues lo había visto por televisión y le gustó la forma como “destrozó” su guitarra en el festival de Woodstock. Para rematarla me dijo: “A los Rolling Stones ya los conozco, tengo ya todos sus discos”. Así como va, probablemente mi sobrino le pida a mi primo que le compre una guitarra eléctrica y muchos discos la próxima Navidad. Total, el que puede, puede.

En suma, si la industria musical se está tambaleando por culpa de las descargas ilegales y la piratería (esa es una verdad irrefutable); a la luz de los nuevos acontecimientos, todo parecería indicar que los videojuegos podrían lanzarle un salvavidas para evitar que se ahogue. ¿Será posible eso? ¿Y por qué entonces las discográficas se quejan tanto y arremeten con juicios y demandas contra estos fabricantes de videojuegos? A lo mejor no quieren quedarse con centavos, sino pretenden llevarse una buena tajada de los millones que están obteniendo las compañías de Guitar Hero y Rock Band. La batalla recién está empezando.

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