Antes del MP3, mis precarios ingresos sólo me permitían adquirir dos a tres CDs por año. Recuerdo que los primeros fueron el “Past to present” de Toto, el “Cargo” de Men at Work y, por supuesto, para ir acorde con el boom del grunge noventero, el “In Utero” de Nirvana. Hoy conservo en la memoria del disco duro de mi PC, aproximadamente, 5,000 archivos con música de aquellos grupos o solistas que años atrás solía escuchar a través de las radios juveniles del momento.
Antes del MP3, inclusive hasta principios de los noventa, recurría a las caseteras de mi viejo equipo de sonido LG para grabar algunas canciones del ranking semanal de Doble 9 y tener material disponible para cualquier reunión de amigos. Hoy, mi nuevo equipo de sonido Pionner reproduce con fidelidad los innumerables CDs de audio y MP3 que he ido juntando gracias al intercambio musical que he mantenido con gente de todo el mundo.
Antes del MP3, el vocabulario cotidiano de cualquier joven aficionado a la música no incluía términos como “quemar”, “descargar o downloading”, “login”, “MPEG”, “Emule”, etcétera. Hoy, si no se domina este lenguaje o, por lo menos, si no se esta al tanto de los nuevos términos ligados a esta tecnología, uno terminará por colegiarse de iletrado o andar por la calle con polos con inscripciones que digan: “Maxell* forever and ever” o “I love Underwood Fire*”
Antes del MP3 las únicas herramientas que te permitían salir de tu casa e ir con la música a todas partes eran el walkman y el discman. Hoy, el I-Pod que llevo conmigo al trabajo cada mañana me libera del infierno que significa escuchar la misma música que hace “gozar con sabrosura” al chofer y al cobrador. De paso, mi I-pod me ayuda a evadir la ridícula manera que tiene mucha gente de conversar a gritos por celular.
¿A qué viene todo esto? Pues que en un mes de marzo, pero de 1998, salía al mercado el MPMan F10 de la firma coreana Saehan Information Systems, el primer aparato portátil capaz de reproducir ficheros MP3. Tenía una memoria de sólo 32 Mbytes (con capacidad para almacenar diez canciones, como máximo) y se conectaba a computadora a través del puerto paralelo, que entonces se empleaba habitualmente para las impresoras. En ese entonces se le anunciaba como un aparato "más pequeño que un disquete".
Más allá de celebrar el avance de la tecnología y el hecho de que hoy mucha gente disponga en casa de un gigantesco arsenal de música, sería bueno hacer una reflexión sobre la realidad de la música, como arte e industria, a partir del MP3 y de lo que nos depara el futuro con esta y otras herramientas, quizás más sofisticadas. ¿Se escucha mejor música hoy que cuando apenas disponíamos de casetes, discos de vinilo o CDs? ¿Es posible que dentro de pocos años seamos testigos de la extinción de las casas discográficas y de los derechos de autor? ¿Acabarán por tirar la toalla muchos grupos o cantantes debido a que sus canciones o discos no les proporcionarán réditos económicos por las bajas ventas, la piratería y el libre intercambio de archivos musicales? Son preguntas que el tiempo se encargará de resolver. Mientras tanto me quito al trabajo escuchando el Hey Joe de Jimmy Hendrix.
*Popular marca de casete.
**Popular marca de máquinas de escribir.
Antes del MP3, inclusive hasta principios de los noventa, recurría a las caseteras de mi viejo equipo de sonido LG para grabar algunas canciones del ranking semanal de Doble 9 y tener material disponible para cualquier reunión de amigos. Hoy, mi nuevo equipo de sonido Pionner reproduce con fidelidad los innumerables CDs de audio y MP3 que he ido juntando gracias al intercambio musical que he mantenido con gente de todo el mundo.
Antes del MP3, el vocabulario cotidiano de cualquier joven aficionado a la música no incluía términos como “quemar”, “descargar o downloading”, “login”, “MPEG”, “Emule”, etcétera. Hoy, si no se domina este lenguaje o, por lo menos, si no se esta al tanto de los nuevos términos ligados a esta tecnología, uno terminará por colegiarse de iletrado o andar por la calle con polos con inscripciones que digan: “Maxell* forever and ever” o “I love Underwood Fire*”
Antes del MP3 las únicas herramientas que te permitían salir de tu casa e ir con la música a todas partes eran el walkman y el discman. Hoy, el I-Pod que llevo conmigo al trabajo cada mañana me libera del infierno que significa escuchar la misma música que hace “gozar con sabrosura” al chofer y al cobrador. De paso, mi I-pod me ayuda a evadir la ridícula manera que tiene mucha gente de conversar a gritos por celular.
¿A qué viene todo esto? Pues que en un mes de marzo, pero de 1998, salía al mercado el MPMan F10 de la firma coreana Saehan Information Systems, el primer aparato portátil capaz de reproducir ficheros MP3. Tenía una memoria de sólo 32 Mbytes (con capacidad para almacenar diez canciones, como máximo) y se conectaba a computadora a través del puerto paralelo, que entonces se empleaba habitualmente para las impresoras. En ese entonces se le anunciaba como un aparato "más pequeño que un disquete".
Más allá de celebrar el avance de la tecnología y el hecho de que hoy mucha gente disponga en casa de un gigantesco arsenal de música, sería bueno hacer una reflexión sobre la realidad de la música, como arte e industria, a partir del MP3 y de lo que nos depara el futuro con esta y otras herramientas, quizás más sofisticadas. ¿Se escucha mejor música hoy que cuando apenas disponíamos de casetes, discos de vinilo o CDs? ¿Es posible que dentro de pocos años seamos testigos de la extinción de las casas discográficas y de los derechos de autor? ¿Acabarán por tirar la toalla muchos grupos o cantantes debido a que sus canciones o discos no les proporcionarán réditos económicos por las bajas ventas, la piratería y el libre intercambio de archivos musicales? Son preguntas que el tiempo se encargará de resolver. Mientras tanto me quito al trabajo escuchando el Hey Joe de Jimmy Hendrix.
*Popular marca de casete.
**Popular marca de máquinas de escribir.
2 comentarios:
Hola Amigo Eagle
La tecnología en la música -específicamente - en el comercio de la música no ha sido tan buena. Recuerdo que cuando apareció el cassette fue una revolución. El cassette en si fue el papá del mp3. Tener uno en blanco -y claro contar con un buen equipo-, te permitía seleccionar las canciones que más te gustaban de varios Lps y listo tenías tu cassette de 14 ó 15 canciones. Quien no tambien los utilizaba para grabar las primicias que pasaban en las radios... y estabas ahi una dos tres horas para atrapar la canción de tu preferencia. El cassette fue también el primer golpe a la industria discográfica : aparecierón los cassettes piratas y bueno luego vino el Cd. Recuerdo que cuando salieron los Cds. decían esto es imposible que lo pirateen. Creo que a los tres meses los chinos ya habían logrado hacer la primera copia pirata de un cd... y ya lo demás es historia conocida.
El mp3 no te imaginas como me alegra cuando viajo en estan cabinas de tortura llamadas combi. Soportar la música que la mayoria de estos medios de transporte ponen (y a todo volumen) realmente es una tortura. ya sea el mp3 o el ipod nos salva la existencia.
Un abrazo
Más que con el cassette, creo que el boom de la pirateria explotó realmente con la masificación de los soportes musicales digitales, en este caso de los CD's. A partir entonces de la irrupcion del Láser y la digitalización la musica se democratizó y ahora todos podemos acceder a miles y miles de archivos, pero tambien, a contrapelo, surgió el mercado negro y la comercialización de material por parte de gente que evade los derechos de autor que todo artista debe recibir. Por eso mi preocupación es que en el futuro muchos artistas, en especial, los que ostentan un verdadero talento artístico, decidan colgar la toalla porque no recibiran nada por sus creaciones.
Gracias por tu comentario, estimado Miguel
Saludos
Eagle
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