domingo, 15 de enero de 2012

"In-A-Gadda-Da-Vida", 17 minutos de convulsionado acid rock


Y pensar que alguna vez "The House of Rising Sun", ese genial himno al infortunio de The Animals, ostentó una plusmarca gracias a sus inusuales 5 minutos de duración, en una época en la cual el promedio de los temas llegaba a 3 minutos y tantos segundos. Otros que también pugnaron por obtener la presea de la grabación más larga fueron Bob Dylan, con su espléndida "Like a Rolling Stone", y los mismos Rolling Stones con el épica "Goin' Home", de su disco “Aftermath”, de 1966.

Iron Butterfly, una banda de los suburbios de Los Ángeles, entraría con fuerza en la competición y dispuesta a darle pelea a cualquier gigante que se le pusiera al frente. En su segundo álbum, lanzado en julio de 1968, dedicó una cara entera a una canción que rompería todos los esquemas y destronaría al maestro Dylan con su single de 11 minutos y 23 segundos "Sad Eyed Lady Of The Lowlands". El tema fue bautizado como "In-A-Gadda-Da-Vida", título que a simple lectura no significa nada y que más bien motiva a pensar en él como una de esas frases subliminales -con invocación al demonio incluida-, que tanto escozor causa en fanáticos religiosos y ultraconservadores.

Acerca del nombre de la canción, de acuerdo a la versión tomada del cuadernillo del CD de recopilación de Iron Butterfly, el baterista Ron Bushy cuenta que estaba escuchando el tema con un casco puesto, lo que le impidió oír correctamente su nombre y tergiversó la respuesta que Doug Ingle le dio cuando le preguntó por el título. La otra explicación dice que Ingle se encontraba en un estado de embriaguez tan fatal -se había tomado un galón de vino Red Mountain- que canturreó mal "In The Garden Of Eden" y se entendió como "In-A-Gadda-Da-Vida".

Con una letra tan simple que solo se escucha al principio y al final, y unos riffs convulsivos de guitarra y bajo que se entrecruzan con alaridos y gruñidos a media voz, "In-A-Gadda-Da-Vida" se deja escuchar como un interminable viaje místico a través de rutas sinuosas. La historia dice que Iron Butterfly no logró trascender con la misma magnitud con ningún otro sencillo, pero sus 17 minutos bastaron para posicionarlo como una banda pionera de las canciones “sin fin”, algo que en lo personal extraño mucho de los grupos de rock de hoy.

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