viernes, 25 de abril de 2008

Hello, debo irme ya…

La primera vez que oí a Phil Collins fue cuando me topé en la radio con You can’t hurry love. La canción tenía un ritmo contagiante y pegajoso, e iba muy a tono con el pop anglosajón que empezaba a fulgurar a principios de la década del ochenta.

Por ese tiempo, mis conocimientos de música eran bastante incipientes. Todavía no me había enterado de que ese blanquiñoso, pelado y regordete cantante lideraba a la extraordinaria banda británica Genesis.

Transcurrió un poco más de dos años y, en 1984, se empezó a escuchar Against all odds; balada superfeeling que, en mi particular opinión, forma parte de la triada de canciones inolvidables de Phil (la otra es In the Air tonight y la última la diré luego). Against all odds fue nominada al Oscar como mejor canción de película, aunque el trofeo se lo llevó When doves cry, compuesta por un tal Prince y su grupo The Revolution. Meses antes, Phil se había juntado con su tocayo Philip Bailey, ex vocalista de Earth Wind and Fire, para grabar Easy Lover, la cual rayó a principios de 1985, pero que, posteriormente, fue sepultada por una avalancha de hits que aparecieron tras correrse el velo de ese verano.




Against all odds: una hermosa melodía para
una bella actriz (Rachel Ward)


Mil novecientos ochenta y cinco fue un año espléndido en la carrera musical de este músico británico. Un año antes había lanzado su álbum No jacket required, del cual se extrajeron éxitos como One more night, Sussudio, Take me home, Inside out y, por supuesto, Don’t loose my number*.

Entre algunas cosas impactantes que le ocurrieron a Phil ese año, recuerdo el vuelo trasatlántico a bordo del supersónico Concorde, que lo traslado de Londres a Filadelfia, como parte del megaconcierto Live Aid, el sábado 13 de junio. Finalmente, y para coronar tan magnífica temporada, Collins se juntó con la hasta entonces desconocida, Marilyn Martin, para grabar Separate lives; canción principal de la (olvidable y prescindible) película White Nights o Sol de medianoche.





Don’t loose my number: parodia de Collins
a la perversa maquinaria de Hollywood


Luego de haber llegado a la cúspide de su carrera como solista, la performance de Collins fue decayendo en forma progresiva. Unos atribuyen este descenso al bajón propio de quien se regodea en las aguas turbias del Star System. Otros culpan a sus interminables problemas familiares, y unos cuantos, a su excesivo afán de figuración y su enfermiza tendencia a “robar cámaras”; lo que le hizo pensar, equivocadamente, que podría pasar de músico a comediante de un solo baquetazo. Los críticos demolieron su actuación en la película Buster (1988), y llegaron a la conclusión de que Collins era un buen comediante de 3 minutos (lo que dura un video musical), pero un pésimo actor cómico de largometrajes.

Pero no todo fue malo ese año: dos canciones de la película alcanzaron el número uno, tanto en Norteamérica como Gran Bretaña: Groovy Kind of Love y Two hearts.

En Perú, a finales de la década del ochenta, Phil ya no generaba el mismo entusiasmo que cuatro años atrás. Su Another day in paradise, de 1989, intentó reverdecer sus días de gloria, aunque lo cierto es que los tiempos y la música habían cambiado y las preferencias de una mayoría de jóvenes tomaron un desvío hacia la salsa, el merengue y, en otros rincones del planeta, hacia el rap y el hip-hop. Los últimos días del reinado de Phil habían comenzado.

Ya en los noventa, Collins sonó muy tibiamente con Do you remember, Dance into the light, True Colors (abominable versión de la original de Cindy Lauper, de 1986) y, en 1999, con You’ll be in my Heart; canción que ganó un Oscar a la mejor banda sonora por la película Tarzan. Después de mucho batallar la había chuntado en el séptimo arte.

De allí en más, Phil se ha dedicado a cumplir con las giras junto a la banda Genesis, grabar duetos con estrellas fugaces de la música, y, de vez en cuando, aparecer en shows televisivos mostrando su vena humorística de siempre.

Hoy, a los 57 años de edad y con casi 40 años de carrera ininterrumpida, Phil Collins anunció su retiro definitivo de la escena musical. Dice que ya está viejo y que quiere dedicarle más tiempo a su colección de memorabilia de la batalla del Alamo (¿?). Extraña afición, aunque creíble viniendo de un acaudalado músico que con los millones que posee puede dedicarse a coleccionar hasta hormigas.

Fin de la historia, Phil. Tus fans te extrañarán. Tus enemigos también, porque ya no tendrán a quien navajear. Como dijo alguna vez Charly García: “Pasan los músicos, pasan las modas, quedan los discos”. Y sí, el excelente No Jacket required sigue adornando mi vitrina, junto con otros discos de vinilo que contienen un poquito de mi historia. Bye Phil, oiré unas de tus canciones en el aire, esta noche.

La del estribo
Claro que sí. No he olvidado la visita de Phil Collins a estas tierras en 1995. El espectáculo se realizó en el Estado Nacional de Lima y congregó a más de 20 mil fanáticos. Pese a que el brillo del cantante se había apagado un tanto, se generó una gran expectativa alrededor del concierto. Si lo traían diez años antes, el concierto se hubiera realizado en el Hipódromo de Monterrico y aún así quedaba chico.




In the air tonight: Collins retumbó con su batería
al coloso de José Díaz




*Don’t loose my number es mi tercera canción favorita

lunes, 14 de abril de 2008

Soda Waters

Waters y Cerati junto a otro grande de la música, Pedro Aznar, en reciente
cónclave en NuevaYork (Foto: RPP)

Gustavo Cerati no otorga ventajas en su recorrido por las gloriosas avenidas del Rock and Roll Street of Fame. Primero grabó Bring on the night con el aún miembro de The Police, Andy Summers. En esta ocasión se reunió en la Capital del Mundo con uno de sus más grandes ídolos: Roger Waters, ex-líder y cerebro de Pink Floyd. Ambos grabaron un tema a beneficio de la Fundación Alas, cuyo título no se ha dado a conocer.

El encuentro tuvo lugar en el estudio Looking Glass, de propiedad del compositor norteamericano de música minimalista Philip Glass. Allí, Gustavo y Roger trabajaron a las órdenes de Héctor Castillo, ingeniero de grabación del reciente álbum del argentino Ahí vamos. Se informó que quien fungió de “alcahuete” de ésta histórica cita fue nada menos que Shakira, uno de los miembros más conspicuos de la fundación.

Según informó Ruth Infarinato, directora de Relaciones Públicas de Fundación Alas y otrora Video Jockey de MTV Latino, Cerati puso letra, voz y guitarras a un demo previamente grabado por Waters. Se espera que ambos músicos vuelvan a juntarse en las siguientes semanas para darle los últimos toques a la canción. Ruth informó, además, que la fundación se encuentra trabajando en shows gratuitos en México D.F. Buenos Aires y otras capitales latinoamericanas. No precisó si Lima estaba incluida en la lista de estos shows. Esperemos que no nos pasen por alto.

La Fundación Alas es un organismo sin fines de lucro integrada por artistas y destacados miembros de la sociedad dedicada a mejorar la salud y la educación de los niños de América Latina. Entre sus miembros se encuentran el Premio Nobel Gabriel García Márquez, el ex presidente de España Felipe González, y artistas de la talla de Luis Alberto Spinetta, Juanes, R.E.M., Daniela Mercury, entre otros que, para fines de este blog, mejor no mencionar.

domingo, 6 de abril de 2008

El retrato de un asesino

Como apática y de mal gusto ha sido calificada, por alguna crítica, la película Chapter 27 (Capítulo 27), ópera prima del joven director J.P. Schaefer; y que intenta mostrar un retrato sicológico del asesino de John Lennon, Mark David Chapman, tres días antes de que perpetrara su demencial acto el 8 de diciembre de 1980. La película, aún no vista por estos lares, está basada en el libro Let Me Take You Down: Inside the Mind of Mark David Chapman, del escritor Jack Jones; que recoge numerosas entrevistas del periodista Larry King a Chapman, tras ser detenido y encarcelado.


En el filme, Chapman (Leto) y Jude (Lohan) son dos fans de Lennon que
entablan amistad en las afueras del edificio de apartamentos Dakota, en New York.

El filme fue rodado a principios de 2006 y exhibido un año después, entre pifias y airadas protestas, en el Festival de Cine de Sundance. A pesar del tiempo transcurrido, la cinta recién se estrenó en Estados Unidos el pasado 28 de marzo, tras haberse visto en algunas salas de Japón (parece que los japoneses no le tienen mucha simpatía a Yoko) y Canadá. Tal retraso se debe a supuestas presiones de la viuda de Lennon, Yoko Ono, de fans del músico e incluso de los dos beatles sobrevivientes: Paul McCartney y Ringo Starr.

Pero no solo el tema de la película y el temor de muchos a que se mitifique la imagen de Chapman han desatado polémica. El rechazo popular y las opiniones en contra han obligado a las distribuidoras en España y Rusia, por ejemplo, a descartar la pantalla grande para su estreno; por lo que anunciaron que solo se la comercializará en formato DVD. Según aducen: “no está garantizado el éxito comercial del filme”.

Leto killed Lennon
Jared Leto es un actor estadounidense que, a sus 37 años, ha logrado insertarse en el exigente mercado de Hollywood, y no precisamente por sus escándalos con el alcohol o las drogas, sino por sus buenas actuaciones. A Leto se le puede apreciar en filmes memorables como La Delgada Línea Roja (1998), El Club de la Pelea (1999), American Psycho (2000), entre otros. Sin embargo, hasta el momento, sus papeles más comentados han sido el de Hefestion, en el filme de Oliver Stone, Alejandro Magno (2004); y el de un impenitente y desaforado “yonki” en la genial cinta Réquiem por un sueño (2000). En este último papel, Leto tuvo que adelgazar 15 kilos para darle mayor credibilidad a su personaje.

En Chapter 27, Leto tuvo la difícil misión de engordar casi 30 kilos: una hazaña que -a decir de los críticos- es comparable a lo realizado por Robert De Niro en el El toro salvaje (1980). Esta durísima experiencia le costó a Leto enfermar de Gota y poner en riesgo la estabilidad del grupo de rock 30 seconds to Mars, que el actor lidera junto a su hermano mayor Shannon. No obstante, tamaño sacrificio tuvo sus resultados pues el parecido con Chapman fue extraordinario. Juzguen por ustedes mismos.


Según el propio Jared, para lograr la similitud tuvo que trabajar
no solo sobre el aspecto físico, sino sobre la mente y el alma de Chapman.


Capítulo adicional
El nombre de la película tiene su raíz en la obra de 26 capítulos del escritor J.D. Salinger, The catcher in the rye (El guardián entre el centeno), libro que portaba Chapman cuando fue detenido minutos después de haber descargado siete tiros al ex-beatle, en las afueras del edificio de departamentos Dakota.

Los testigos afirman que luego de disparar contra Lennon, Chapman arrojó el arma, sacó de su abrigo el referido ejemplar y se puso a leer en voz alta uno de los capítulos en el que se describe la vida conflictiva del adolescente Holden Caufield, protagonista principal de la obra de Salinger.

Heil Leto
Tras su estreno en Estados Unidos no se han registrado protestas ni escándalos mayúsculos, pero, aún sin verla, los fans de Lennon dicen que la película intenta defender la figura de Chapman humanizándolo. Las tachas contra la película se han instalado, como era de esperarse, en el ciberespacio a través de un blog en el que se pueden leer algunos posts que, por ejemplo, tildan a Leto de Hitler y a su co-protagonista, la no muy santa y altamente beoda, Lindsey Lohan, como su amante Eva Braun. Entre otras demandas, el blog pide boicotear el filme y detener a la productora Peace Arch Entertainment en su intento de “humanizar al asesino de un hombre pacífico y el mejor beatle: John Winston Lennon”.

Como ya mencionamos, Chapman debe ser uno de los personajes más impopulares y odiados del planeta. Hacer un filme sobre su figura es de muy mal gusto para muchos y provocará escozor y molestia no sólo en los beatlemaniacos, sino en aquellos que no lo son tanto. Pero desde ya me parece exagerado pensar que una simple película, al margen de su calidad, pueda esfumar de plano ese aura de repulsión que genera Chapman y que ha ido aumentando con el transcurrir del tiempo.

A propósito: el verdugo de Lennon cumplió su condena de 20 años en el año 2,000, o sea que a estas alturas debería ya gozar de su libertad; sin embargo, aún sigue encerrado en Attica. “La naturaleza inusual” de su delito ha sido el motivo principal para que la justicia estadounidense le haya denegado la libertad condicional hasta en cuatro ocasiones. La próxima comparecencia ante la Comisión de Libertad bajo Palabra tendrá lugar en octubre de este año y se espera que se mantenga la misma decisión.

Mientras tanto, aprecien cómo ha ido cambiando el rostro de este psicópata, desde su primer día de encierro hasta la actualidad. Cuentan que Chapman se ha convertido en una persona extremadamente religiosa y predicadora de la palabra de Dios en la cárcel, de donde esperamos no salga nunca.


¡¡Que se pudra tras las rejas!!